Un hombre ebrio que buscaba su hotel luego de una noche de copas, conquistó los Alpes al escalar una montaña de dos mil 400 metros de altura completamente solo, a oscuras y abrigado solo con una chamarra ligera.
Esta esta la historia de Pavel, un turista estonio de 30 años que durante sus vacaciones partió de una estación de esquí en los Alpes, para buscar fiesta por la tarde.
¿TOMAR EL ÚLTIMO TRANSPORTE O BEBER?
Cuando salió ligeramente ebrio de un bar, el hombre se dio cuenta que tenía dos opciones: aprovechar el último transporte de vuelta a su hotel o continuar bebiendo. Pavel eligió la segunda alternativa.
Solo, continuó la jerga hasta que todos los bares del lugar cerraron. En ese momento, el turista se dio cuenta que no tenía otra opción que volver a pie, así que así lo hizo.
Por horas Pavel caminó hasta que en un punto de su trayecto se dio cuenta que este se empinaba cada vez más. El turista también notó que el frío y la nieve se hacían cada vez más presentes en su camino. Aún así, siguió sin saber que, en realidad, iba en dirección opuesta a su hotel.
En algún punto del camino Pavel debió haberse dado cuenta que ascender caminando ya no era posible, así que escaló una pendiente de 400 metros hasta que llegó a la cima de una montaña de más de dos mil metros sobre el nivel del mar.
VIO IGLOO, UBICADO SOBRE CRESTA NEVADA
Una vez arriba, Pavel ignoró la gran cantidad de nieve que dominaba el horizonte hasta que a lo lejos, entre el gélido viento cargado de nieve, logró divisar el Igloo, un restaurante dispuesto sobre una cresta nevada, que se reservaba para los competidores de los torneos de esquí en la estación de Cervina.
Convencido de que ese establecimiento solitario era su hotel, Pavel forzó la entrada (ignorando que su llave no entraba porque ese no era su hotel) y se bebió dos botellas de agua que había encontrado en la barra, antes de echarse a dormir en algún sitio.
A la mañana siguiente, el cocinero y los meseros del Igloo fueron recibidos por Pavel, que continuaba durmiendo en el sofá donde se había echado la noche anterior.
AGOTADOR, ASCENSO A PIE
Nicoletta Giordano, la propietaria del negocio, contó al diario español El País, que aún no se explica cómo el turista logró llegar hasta allí sin siquiera una chamarra.
Para ascender al Igloo, los empleados suelen aprovechar el poder de sus motos de nieve. El ascenso a pie es agotador.
“No sabemos con qué fuerzas físicas consiguió subir ni qué camino pudo tomar. Dicen que para una persona en forma y con la ropa apropiada la gesta a pie es viable y no le llevaría mucho más de una hora y media o dos horas. Pero Pavel, al menos en aquel momento, no cumplía ninguna de las dos condiciones”.
Nicoletta y su marido ayudaron al turista a volver al pueblo, donde descubrió que el personal del hotel en el que se había hospedado ya lo había comenzado a buscar con perros y drones en todos los lugares donde pudo haber estado. Todos excepto la cima de una montaña.